Cuidadores: la clave de la recuperación de un ACV

Cómo colaborar en la rehabilitación

Las personas que sobreviven a un accidente cerebrovascular (ACV) representan un tipo particular de individuos: las lesiones producidas sobre el tejido cerebral modifican, en muchos casos de manera drástica, el comportamiento, las destrezas y la personalidad de los pacientes.

El proceso de recuperación, rehabilitación y retorno a la actividad habitual demandan el auxilio de los familiares y de quienes conforman el entorno más cercano del paciente, ya porque éste no puede valerse por sus propios medios, ya porque necesita el afecto y la comprensión de los seres más próximos a su vida.

Es así que aparece la figura de los cuidadores como motores del restablecimiento posterior al tratamiento de emergencia del ACV, algo en lo que la Fundación para la Cobertura del Aneurisma Cerebral (Fucac) pone particular atención.

Cuidadores: los motores en la recuperación del ACV.

Los cuidadores son cruciales para lograr una rehabilitación exitosa y la reinserción en la vida cotidiana como era antes del ACV. Responder con eficacia a las circunstancias implica perseverancia, afecto y tolerancia.

Qué necesitan saber los cuidadores

Los cuidadores requieren muchas herramientas para ayudar a su ser querido a recuperarse. En primera instancia tienen que configurar y ejecutar un plan preciso de tratamiento para la rehabilitación, siempre con la dirección de un neurólogo, un neuropsicólogo u otro profesional capacitado.

En este proceso, la educación formal recibida y el temple adquirido en la propia vida son esenciales, tanto para el propio bienestar de los cuidadores, como para la salud física y psíquica del enfermo en recuperación. Esta formación es de gran valor una vez que el sobreviviente al ACV ha regresado a su casa.

Los cuidadores deben ser instruidos acerca de cómo crear un ambiente ideal para el progreso de la rehabilitación. Trabajar de manera sistemática y armónica beneficia al paciente y a los cuidadores en el camino hacia las metas planeadas por la dirección del equipo.

Las 3 guías básicas de los cuidadores

Los primeros en percibir la falta de una dirección precisa y de un plan acorde son los cuidadores, y es muy fácil que caigan en el desaliento; para evitar el desconcierto, existe una serie de principios de aprendizaje que los cuidadores necesitan entender:

  • El plan de tratamiento: un buen plan de tratamiento identifica las áreas problemáticas y las divide en pasos manejables. Por ejemplo, un paciente que tiene dificultades para vestirse por la mañana (debido a problemas en la toma de decisiones, organización y velocidad causados por la dolencia) pueden aprender a seleccionar la ropa y organizar el proceso abordando una a una cada etapa del inconveniente. El plan de tratamiento más efectivo implica una participación muy activa de los cuidadores durante las fases iniciales (el paciente debe aprender muchas cosas desde cero), con una retirada gradual del apoyo en la medida que el enfermo se familiariza con los nuevos hábitos y recupera sus habilidades.
  • Las metas del paciente: es importante determinar los objetivos para la recuperación desde la perspectiva del corto plazo, de a una conducta a la vez. Tratar de dar grandes pasos hace que sea imposible trabajar en los pequeños. La paciencia es un componente indispensable del proceso, ya que deben soportarse muchos fracasos antes de lograr el dominio de cualquier habilidad. Los cuidadores tienen que enseñar a sus pacientes que las fallas son una parte necesaria del mejoramiento general y no algo de lo que avergonzarse o intimidarse.
  • La retroalimentación positiva: el progreso real se verifica cuando el paciente tiene una percepción efectiva los logros. Los cuidadores deben usar estímulos, motivaciones y recompensas para fomentar el progreso paso a paso. Casi todas las personas responden muy bien al incentivo y a la aprobación de su entorno, pero se repliegan ante las palabras de enojo y las críticas negativas, y caen en comportamientos adversos como la ira, la evasión y la agresión. Un ambiente gratificante eleva la esperanza en la recuperación y ayuda a aumentar los niveles de esfuerzo.

La mayor ilusión de los cuidadores es ver a quien está a su cargo llevar adelante una función, por mínima que parezca, con éxito y de manera independiente, para lo cual tienen que sacar ventajas de todo el apoyo disponible con el objeto de alcanzar los cometidos parciales de modo escalonado.

Todos los logros en la rehabilitación del paciente que ha sufrido un ACV demandan que los cuidadores se armen de paciencia, bondad y persistencia para comprender las situaciones que se presentan en las distintas etapas y así poder visualizar los grandes pasos hacia adelante en la recuperación.

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