29/10 · Día Mundial del Accidente Cerebrovascular
“El accidente cerebrovascular es una emergencia porque hay muy poco tiempo para tratarlo y revertirlo: desde que se empiezan a tener los síntomas, el lapso para actuar es de entre 3 y 6 horas. Por eso, lo primero que hay que hacer cuando se detectan los signos es llevar a la persona a un centro médico.”
—Dr. Alejandro F. Musacchio, médico neurocirujano.
El ACV: una enfermedad poco conocida
El 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV), más popularmente llamado Ataque Cerebral (en inglés Brain Stroke), patología que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa la 2ª causa de muerte y la 1ª causa de discapacidad en adultos a nivel global.
En la República Argentina, cada 4 minutos, una persona sufre un ACV, en la mayor parte de los casos asociado a una Hemorragia Subaracnoidea (HSA) debida a la ruptura de un aneurisma cerebral. La HSA se produce en el interior del cráneo y pone en peligro a la irrigación de los tejidos del cerebro, con consecuencias que van desde trastornos neurológicos severos –en muchos casos permanentes– hasta la muerte del paciente, en un gran porcentaje fulminante.
Si bien se desconocen las causas específicas de los ACV, las investigaciones y el estudio clínico de casos confirman que hay una serie de factores de riesgo que predisponen al organismo a sufrirlos:
- Factores que pueden tratarse, como la hipertensión arterial (HTA), las enfermedades cardiovasculares (como las alteraciones del ritmo cardíaco, la enfermedad arterial coronaria, la enfermedad valvular cardíaca), la ateroesclerosis, los ataques isquémicos transitorios (AIT), la apnea obstructiva del sueño (AOS).
- Factores que pueden contribuir al deterioro cerebrovascular, como el consumo excesivo de alcohol (alcoholismo), el abuso de drogas ilícitas, el hábito de fumar (tabaquismo), el sedentarismo y la inactividad física, la obesidad, la combinación de píldoras anticonceptivas con otros factores de riesgo, los hábitos de vida que aumentan el estrés.
- Factores que no pueden tratarse, como la edad (el riesgo aumenta con el paso de los años), el género, la pertinencia étnica, la herencia genética, los antecedentes propios previos, las enfermedades colaterales (como la diabetes, las enfermedades de las arterias carótidas).
Los avances en la medicina, en la tecnología médica y en la farmacología permiten que más pacientes puedan recuperarse luego de sufrir un ACV; pero el mejor tratamiento para el ACV es la prevención. Si se controlan los factores de riesgo y se conocen los síntomas de alerta, las posibilidades de superar un ACV –e incluso de evitarlo– son notablemente mayores.